Artista: Andrea Bravo
Texto: Gio
Los mil mundos
El camino de regreso a casa siempre es duro, entre el ruido de las bocinas y el intenso tráfico, la noche llega sin que nadie pueda evitarlo; la costumbre me ha hecho resistente, a veces parece que mi mente se esfuerza por sacarme de ahí, ignorando todo lo que se mantiene constante, como el cielo, que siempre es el mismo, tengo muchas cosas en la cabeza como para perder el tiempo en ver la luna; las estrellas ni siquiera se distinguen entre tanta luz y contaminación.
El mundo se encierra en mi rutina, las horas transcurren de la misma manera todos los días, mi vida se reduce a mis ocupaciones, tareas y deberes. Las noticias en la televisión se sienten tan lejanas, como si todo eso pasara en un país que no es el mío, en un planeta diferente al que yo habito; de alguna manera, hay un mundo distinto al mío allá afuera.
Pensé en las millones de sensaciones que han durado demasiado poco, la sensación de no pertenecer al mundo tampoco podía durar para siempre, incluso pensé en aquella vez, en un pueblo lejos de la ciudad -sin sus luces y el estúpido ruido de los claxons-, en que verdaderamente sentí que el mundo podía tener algún sentido, y que solamente era yo, parada bajo esos millones de puntitos llamados estrellas, la que al ser tan ridículamente pequeña no podía comprenderlo. En ese momento, mi mundo y el resto de los mundos que me rodean parecían tan insignificantes…
Allá afuera, allá afuera, allá afuera… Las palabras resuenan en mi cabeza como si algo dentro de mí comprendiera que allá afuera y aquí adentro comparten un mismo espacio, y en cierta manera, se pertenecen, que mi mundo y el mundo exterior siempre son el mismo, que algo en mí hace esa separación, pero que realmente no existe; que mi mundo, el de mi madre, el de mi abuela, el de la mujer que conduce el metro en este momento y el del señor vendiendo mariguanol a gritos es el mismo. Entonces ¿Por qué no siento que sea parte de él? ¿El resto de la gente que me rodea se sentirá igual? ¿Será que el "mundo real" se compone de todos estos mundos que se hacen cada día, que conviven entre ellos, chocan, se mezclan y al final del día se van a la cama con la sensación de que nada ni nadie en este mundo pertenece a su mundo?
“Esa sensación no podía durar demasiado” leí sobre un fondo azul en la bandeja de entrada de mi correo electrónico, al principio pasé las imágenes rápidamente -sólo es un poco más de trabajo- me dije a mí misma, sin embargo, al revisar detenidamente la obra de Andrea Bravo, mi estómago se hizo nudo, de alguna manera parecía que conversaba conmigo a la distancia, que su mundo y el mío habían tenido un punto común, ella no me conoce ni sabía lo que pasaba por mi cabeza, pero para mí tenía sentido, esta sensación no podía durar demasiado.
De alguna manera, ese hombre sobre el papel azul y blanco en el collage se parecía a mí y al resto de los insignificantes mortales que encerrados en nuestros mundos tan pequeños e “importantes” no podemos ser capaces de entender que algo más puede suceder frente a nuestras narices. Hay un montón de cosas que forman parte de ese mundo que aún no logramos comprender, ese mundo que ignoramos mientras nos encerramos en nuestro mundo de redes sociales, guerras que no llegan o que nunca han terminado, fracasos amorosos y memes. Los collages de Andrea me recuerdan esas cosas que están tan cerca que no alcanzamos a verlas, que ignoramos, que dejamos para después, esas cosas que por ser tan simples nos llevan a pensar que tal vez la vida no es tan complicada como nos esforzamos en creer, esas cosas que por un momento te sacan del pequeño mundo que nos construimos para llevarnos a aquel que al ser infinitamente más grande que nuestras cabezas, ignoramos porque no somos capaces de entender.
Hoy me di el lujo de sentirme extranjera de este mundo, mañana espero poder aprender a habitarlo.