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El arte del plagio 

Artista: Mar negro

Texto: Gustavo

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El arte del plagio ha sido perfeccionado por los mexicanos durante cientos de años. Se aprende dicho arte desde que somos pequeños, ya desde la primaria, como trogloditas repetimos las palabras que dictan los profesores que a su vez se los repite el Estado mediante herramientas como los libros de texto gratuito u slogans pegajosos manipulados por niños que salen en comerciales: “aprender a aprender”. Los medios de comunicación son cómplices de la transmisión del arte del plagio, dan una información “digerida” que fue dicha por un grupo de intelectuales que se suponen son originales pero que al fin y al cabo, citan a su autor americano u europeo  preferido y toman esos discursos, citas u conceptos como si fueran propias. De hecho, el que logra acceder a una educación media superior está más expuesto a convertirse en un plagiador que aquel que no tiene la oportunidad de acceder a ella. 

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Tal vez, esos fenómenos son la punta del iceberg. Como mexicanos-si profundizamos un poco más se nos da muy bien plagiar costumbres de otros países o tomar platillos típicos de una región del país y ponerle nuestro toque particular. Ya no es disparatado encontrar en la calle un “stand” que dice: pizza de cochinita pibil ó sushi a la mexicana (aguacate, barbacoa y queso filadelfía). Yendo más allá, en terrenos menos mundanos, nos percatamos que plagiamos la educación de otros países, plagiamos el modo de gobernar, el modo de pensar, de escribir, de crear… 

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Mar negro (artista del paste up) nos trae a pensar la linea delgada entre el arte de la apropiación o del plagio. En una de las ilustraciones se puede ver a unos americanistas en un pose de orgullo exacerbado con una vestimenta de diferentes estilos. El personaje de hasta adelante a todas luces es un americanista norteño que trae sus típicas botas y sombrero, con la particularidad de tener en su cintura una cangurera de los años ochentas; atrás, se observa un hombre vestido de Capitán América pero con los colores y el escudo del América.

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Se escucha a menudo, entre algunos círculos de arte, el elogio de los artistas latinoamericanos a los artistas extranjeros que están haciendo un arte de vanguardia mientras que el artista latinoamericana tiene que “aprender” de ellos, de sus teorías y técnicas como alguien a quien se debe alcanzar. Algo similar sucede en el mundo Godín donde las empresas plagian la ideología empresarial norteamericana y entonces el empleado está alineado a un modo de pensar automático y domesticado. Por donde se le busque nadie se salva de ese arte tan preciado del plagio que, en particular, los mexicanos somos expertos en la materia, es decir, nacos.

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Es común encontrar entre las aulas de universidades públicas a estudiantes entusiastas citar a Marx, Freud, Heidegger como si fuesen ideas propias ¡no se deja engañar! se trata más bien del arte del plagio manifestándose de manera muy sutil. En las universidades privadas es un tanto más descarado, se puede escuchar-en el extenso lenguaje que posee un estudiante de la Ibero- palabras anglosajonas utilizadas en una suerte de spanglish medianamente pronunciado como si el castellano fuera insuficiente para expresar la cotidianidad y las dicotomías del ser humano. Palabras como: “mi smartphone se descompuso” “¿tendrás la contraseña del Wifi?” “Estoy estudiando la carrera de Marketing Digital” dan cuenta de que decir palabras en castellano fuera motivo suficiente para quitarle credibilidad a la oración o es susceptible de que el estudiante pase vergüenza con sus amigos y se abstiene de decir: “Estoy estudiando mercadotecnia digital”. 

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 Al fondo está el carro D’Lorean de la película norteamericana, volver al futuro y aún más atrás, no siendo la principal atracción (más bien como parte de un paisaje desolador) la Torre Latinoamericana. En esta ilustración, entra la pegunta ¿cuál es la identidad del mexicano? No hay distinción entre la persona y su vestimenta, coloquialmente diríamos que es un naco ¿lo naco no es otra cosa que el arte del plagio llevado hasta sus máximas consecuencias? Lo que es más visible, es la permanente incapacidad/discapacidad del mexicano de ser original ¿será por temor? ¿por una pérdida del yo colectivo? ¿angustia de rastrear los orígenes? ¿Será que no se trata de una apropiación como al estilo de Marcel Duchamp, sino un “copy-paste”, un plagio de otras identidades que se difuminan hasta que no se logra ver la diferencia entre uno y lo otro? 

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