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Obra: Andrés hernández

Texto: Ariadna

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Sí que sos un boludo que no le importá que siente una mujer ¿a qué estás jugando? Un día me tratás como una princesa y pasá otro día y me tratás como una cualquiera.  Me duele mucho lo que hacés. No te quería decir nada, porque no soy de esas minas que hacen un gran escándalo para llamar la atención ¿qué no ves que con tan solo respirar los demás notan mi existencia?

Poco faltó para que te diera una cachetada enfrente de todas las putas, no sé porque me detuve, no me hubiera importado las consecuencias de haberte humillado. Muy típico de vos, cuando estás con ellas, vos sos un desconocido, no me mirás, soy un ser invisible. Nadie de ellas ha visto lo que hay debajo de esa máscara que te ponés cada que entra al bar. Sólo tu nena Ari ha visto cuando dejás esa pesada piel de un pibe macho…lo que hay debajo es bello, tan suave y dócil. Con suma ternura me tratás como realmente me lo merezco, pero yo no sé porque te conviertes en eso. No hay otras palabras para describirlo: “un macho”. Estoy segura que no te diste cuenta cuando me fui porque vos preferiste quedarte con los pibes hablando de tus logros y conquistas como un Don Juan. Es el alcohol que se te sube hasta la cabeza, la sangre se te calienta y no creas que no me he dado cuenta, sé lo que haces cuando vos entrás al baño con los pibes y después estás agarrándote la nariz como si tuvieras gripe. Podré ser una puta, pero se te olvida que a diferencia de las demás, lo hago por convicción y no por necesidad ¿dónde encontrarás a otra mujer como yo que después de hacer el amor te  susurra al oído poemas de Clarice Lispector o que mientras besa tu espalda te canta unos poemas de Ezra Pound? Sé te olvida a quién tenés en tus brazos cuando estás triste, cuando sentís que el mundo se te viene encima…

 Esa noche caminé sola, hacía mucho frio y yo estaba muy enojada y cuando no puedo con mis nervios me le quedo viendo al piso, no hacia el frente porque temo encontrarte borracho suplicándome que regrese con vos (como lo has hecho otras veces) y es algo que ya no puedo soportar. Y es ahora que digo con orgullo: “qué bueno que sos un boludo” ¿sabés por qué?  porque si no me hubiera enojado con vos, el destino siempre se encarga de darme pistas. Encontré un cómic, de Andrés Hernandez, se llama American Spirits. Lo encontré tirado en la calle, como si no tuviera dueño. Me hizo pensar en nuestra relación, en el tiempo que hemos estado juntos, en la manera en cómo nos conocimos. Te lo envié junto con la carta para que veas que el amor es tóxico, es como un veneno pero yo también soy una nena estúpida porque ese veneno no sólo lo estás tomando vos, también lo estoy bebiendo yo y lo peor es que me he vuelto adicta a ti, vos sos mi droga, como lo sos con el alcohol. Los seres humanos no importando si les gustan los nenes o las nenas, a veces no están con las personas por amor, es para satisfacer una necesidad, y lo peor de todo, es que esa necesidad nunca se puede llenar. Estoy vacía, como vos. Tal vez estamos hechos uno para el otro.

 

Con amor, Ari.

SOBRE AMERICAN SPIRITS

Texto: Andrés Hernández

American Spirits es producto directo de mi relación abusiva con un fotógrafo tijuanense. Nos conocimos a finales de abril, durante mi primera exhibición de arte, y salimos casualmente durante mayo y principios de junio. En una de nuestras primeras citas, le había comentado cómo era que la mayoría de mi arte hasta el momento era inspirada por personas que en algún momento de mi vida me habían lastimado, a lo que él respondió: quizá debería lastimarte para poder estar en tu arte. 

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   Lo que al inicio fue considerado un chiste se tornó rápidamente en una realidad, y los patrones de abuso emocional se hacían más y más claros día con día. Me llamaba a las tres de la mañana para susurrarme que era su muñeco, que le pertenecía y que debía hacer justo lo que él dijera. Si no respondía el teléfono, me reprochaba: ¿por qué no contestaste? ¿qué tal que en verdad te necesitaba?

   Todo lo que dices es estúpido, no eres suficientemente bueno, eres demasiado emocional, te odio, se convirtieron en sus frases más recurrentes al hablar conmigo. En momentos cuando se había mostrado comprensivo y vulnerable, le había comentado a cerca de mi trauma como resultado del abuso sexual que había sufrido por parte de mi profesor de comunicación política durante mi primer semestre en la universidad, pero él constantemente se dedicaba a hacer de la violación un chiste.  

 Esta pieza en específico hace referencia a la manera en que el uso de sustancias como el alcohol, la mariguana, el tabaco, y otras drogas servían en nuestra relación como justificación para el uso de lenguaje abusivo que alimentaban su sentido de posesión y egocentrismo. Por ejemplo, cuando salimos una noche a tomar y se fumó una cajetilla completa de cigarros (American Spirits siendo su marca favorita), fuimos a un motel y, una vez dentro de la habitación, me susurró al oído: no te quiero compartir con nadie más; si me entero de que estuviste con alguien más, no sabes lo que podría hacer. 

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   Pero esa regla no aplicaba para él, pues constantemente bromeaba que me dejaría por alguien más atractivo. Lo que probablemente él todavía no sabe es que, si bien decía que todo esto era un chiste, varios de los chicos con los que él hablaba me mandaban capturas de pantalla mostrándome la manera en que él hablaba de mí con ellos, diciendo que lo nuestro “no era nada serio, nada que fuera a durar.”

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Por largo tiempo después de que nuestra relación llegó a su final, sentía todavía que no valía nada. Había sido convencido de que nadie más me volvería a mostrar afecto, que yo no lo merecía a él ni a nadie más, que mis talentos como artista no eran suficientes. No fue sino hasta que decidí volver a terapia que mis emociones y pensamientos sobre lo que había sucedido entre nosotros fueron validadas. Mi terapeuta me reafirmó que sus patrones de comportamiento eras típicos de alguien que sufre de un desorden de personalidad narcisista. Fue en ese momento que decidí que estaba en mi derecho de hablar públicamente en mi arte a cerca de lo ocurrido. 

   Durante los últimos tres meses, todas las piezas que he producido han sido inspiradas por esta turbulenta relación. Éstas me ayudaron inmensamente a procesar y a empezar a sanar, pero American Spirits representa para mí el punto final. Siento que he llegado a un lugar en el que ya he explorado suficiente el daño que me fue infligido y estoy liste para alejarme lentamente de esta relación para comenzar a abordar nuevos tópicos. 

Sobre Andrés Hernández 

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Andrés Hernández es une artista y escritore mexiquense queer que actualmente vive en la ciudad fronteriza de Tijuana. Su escritura y arte abordan el apego y la impermanencia.

Aparece en ENTROPY, Impossible Archetype, Forklift Ohio y varias otras publicaciones.

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