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La noche de la

lluvia de estrellas 

Artista: @ninosrosas

Texto:  Gio

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Nos tumbamos en el balcón de su departamento para observar la lluvia de estrellas, era absurdamente pequeño; nuestras piernas estaban dobladas en una posición incómoda y estábamos tan cerca una de la otra que en la oscuridad apenas y se podía distinguir que éramos dos personas diferentes. Teníamos un par de binoculares que poco sirvieron porque las nubes atacaron y al poco tiempo comenzó a llover...

Yo era la única persona que ella conocía en la ciudad. Había llegado una madrugada huyendo de algo en su país, no sabría explicar qué era. Con el poco dinero que había ahorrado se había instalado en un incómodo departamento en el área metropolitana, lo único bonito era el balcón, pero como ya he dicho, era ridículamente pequeño. Nos habíamos conocido en un grupo de lectura on-line, teníamos gustos parecidos, leíamos los mismos libros y los comentábamos en vídeollamada por las noches, escuchábamos música triste y por un tiempo, fue la única persona con la que pude sostener una verdadera conversación.

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Hace unos días conocí a Camilo, un chico tan normal como yo al que se le nota lo extranjero en la lengua, pero que conoce México mil veces más que esta coacalquense. Camilo tiene un proyecto llamado "Niños Rosas" en el que hace música chingona. Hablamos de la tristeza y de la responsabilidad afectiva, minutos más tarde, tuve la oportunidad de escuchar su nuevo sencillo, que se estrena el próximo 14 de febrero y se llama "Siempre roto". 

 

No les voy a mentir, al escuchar los primeros acordes sentí un dolor en el estómago: allí estaba ella. Encontré sus piernas largas y bien bronceadas atadas a las mías, sus ojitos rasgados, su pequeña cintura y sobre todo, su nombre: Viviana. Recordé cómo esa noche nos aferramos a la otra, esperando que el amanecer no llegara, recordé cómo se levantó sin decir nada, cómo se vistió sin siquiera voltearme a ver, y cómo salió dejando las llaves sobre la mesa y haciendo que me encargara de entregar ese departamento y de deshacerme las cosas que había decidido no llevarse. 

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 Fue una sorpresa verla llegar de pronto: su piel morena, sus ojos negros y su pelo largo se encontraban a pocos centímetros de distancia cuando me abrazó, pero yo la sentía como un espejismo, no puedo explicar la sensación que deja ver a la chica de la pantalla convertirse en la chica de carne y hueso. 

 

Desde su llegada nos hicimos inseparables, no podría nombrar todas las canciones que escuchamos juntas, parecía que ella misma era música y que sus pasos siempre eran acompañados por una suave melodía. Música lavando los platos, música mientras leía su libro favorito, música mientras acariciaba mi espalda y la más bella música cuando me besaba. 

 

La noche de la lluvia de estrellas pasó y debajo de las nubes que nos arruinaban la vista me pidió que nos largaramos de aquí. Esa fue la última vez que nos vimos. No volví a pensar en ella.

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La olvidé como se olvida la primera palabra y desde esa vez decidí no volverme a hablar de ella, que fue la única estrella fugaz que alcance ver aquella noche. 

 

La música de Niños Rosas transpira melancolía y soledad; la voz de Camilo suena al fondo, como si quisiera esconderla detrás de la guitarra y en las letras podemos encontrar cosas que todos hemos vivido, aunque tal vez lo hayamos olvidado. Me parece curiosa la manera en que la música nos puede llevar a diferentes lugares, tiempos y personas, como si los recuerdos pudieran anclarse a una nota y, en el momento menos esperado, una sola canción te trae a la mente aquello que había sido enterrado bajo la pila de pensamientos y vivencias que nos ocupan día a día. 

A veces, la música nos recuerda ese alguien que fuimos en un pasado y que hemos olvidado (como cuando escuchas las rolitas que te gustaban en el 2010 y descubres que te has hecho viejo), y otras veces nos reconcilia con aquello que nos obligamos a olvidar, solo para darnos cuenta de que ya no duele como al principio, como la noche de la lluvia de estrellas. 

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