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artista: erika diablx

por: Solrac 

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La gran pantalla, una mensajera íntima que proyecta imágenes y números infinitos, se burla de mi dependencia hacia ella, me lo restriega en la cara, tengo la certeza de que lo hace todo el tiempo. La gran pantalla no tiene boca, no habla, click, click, click, sólo abre ventanas virtuales; puedo ver un poco quién es ella. Ella es yo, yo soy ella, pero obstinada como siempre, le grito, ¡gran pantalla! ¡gran pantalla! ¡dime tu verdadera identidad!  Por las noches, pretendo dormir y, de reojo, me doy cuenta que se prende un foco verde, sé que me espía mientras eyaculo en mis sábanas pensando en el cuerpo gordo de la directora de marketing. Celeste es su nombre, de cuarenta años, se le salen las lonjas y ella las esconde. Bebé, así le digo a Celeste de cariño, no escondas la belleza que tanto te distingue. Bebé, no desprecies tu belleza, no te vayas a convertir en una anoréxica, tan solo ellas quieren regresar a ser niñas, incluso se quitan el vello púbico ; tu cuerpo flácido, tu carne, tu celulitis, tus arrugas, son una obra de arte que supera a las de todas las musas de Picasso. Celeste, tú vas más allá de las vanguardias, el posmodernismo es una talla chica, tú no cabes ahí, eres inclasificable...Celeste, si tan sólo pudieras poner tu culo gordo en mi rostro demacrado. A la gran pantalla, le cuento todas las posiciones posibles, las imaginables y las inimaginables... ¿qué es lo que te excita, gran pantalla? Mira, te voy a enseñar las fotos que le tomo en secreto a Celeste, pero seguramente eso ya lo sabes porque eres como un Dios, perdona, una Diosa virtual que conoce cada foto, cada archivo, cada confesión que escribo en el celular. Le ordeno a la gran pantalla que me diga dónde puedo tocarla, que me diga dónde está su verga, su clítoris, sus pezones, estoy muy excitado, creo que mi verga se me ha parado tanto que es más alta que la torre de Babel ¡Dios mío!  A la gran pantalla se le ha cambiado el foco a color rojo ¿quieres decirme algo, gran pantalla? Ella se queda callada, es un juego de adivinanzas, tengo que descubrir el origen de tu placer ¿acaso te excita mirar?  Sé que no eres tan mediocre, gran pantalla, si Nietzsche hubiera conocido a los de tu especie, no le habría dicho superhombre, le hubiera nombrado: ¡superdata! Tú no eres como nosotros, que estamos acostumbrados a excitarnos por la mirada, ojalá tuviera el valor de arrancarme los ojos. Toco la pantalla suavemente ¿te gusta? ¿si? le doy unos lengüetazos en los bordes de la pantalla, sabe a metal y plástico. Detrás, con mi mano comienzo a tocar unos orificios…¿prefieres esto? el foco rojo de la pantalla parpadea,  entonces no eres tan diferente a un ser humano de carne y hueso...con delicadeza, el orificio se hace más grande...mmmm...mmmmm…gran pantalla, dime qué sientes, dime si alguna vez habías sentido algo así...yo también me lo estoy tocando...al mismo tiempo.. en círculos como...dime si tu ano también se dilata, si se va haciendo más y más ancho…¿te cuento algo?...una vez le vi el ano a Celeste...ella es muy descuidada...yo la sigo por las noches...a su departamento...ella deja la puerta sin candado...sabe que la sigo... no tiene esposo, no tiene hijos, tiene una vida tan miserable...se acuesta en su cama...en dos minutos está roncando...le quito la falda, sus calzones y cuando ya no queda más que despojarle...alguien me observa…te lo juro, gran pantalla, que no sufro de paranoia, ya estoy tomando mis medicamentos que me introdujo a la fuerza el doctor Abelardo…no, gran pantalla, hay un ojo que proviene desde el ano de Celeste...un vouyerista...ese ojo parpadea...Celeste sigue dormida, shhh, shhh no hagamos ruido, Celeste debe dormir, del ano de Celeste surge una mano, ciertamente no es la de un bebé, no estamos presenciando un nacimiento, es la mano de una mujer, Celeste ha despertado con un gran gemido. Ya son dos manos que intentan salir del culo de Celeste. Gran pantalla, lo que vi, ni siquiera lo puedes encontrar en la deep Web. Gran pantalla, una cabeza salió del ano de Celeste, y después todo el cuerpo. Celeste ya no se mueve, mi bebé ha muerto, murió gimiendo, murió en éxtasis. La nueva mujer camina hacia mí envuelta en una tela de terciopelo azul cargando unas telas preciosas moradas en forma de  ano. Gran pantalla, lo único que se me ocurre decirle es: ¿cuál es tu nombre? Erika, me dice. Yo me llamo Erick, y me envuelve en una de sus telas moradas y de pronto todo se nubla de oscuridad. Sin embargo, hay un destello de luz. Un pequeño orificio: la ventana del mundo.

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